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Editorial 504

 


El tiempo se lleva todo lo que amamos

 


La vida es un tiempo corto que se nos da para convertir nuestros sueños en realidad. Los niños son vitales y curiosos, no se preocupan por el tiempo, porque para ellos el mundo es suyo y el tiempo es eterno. Los jóvenes derrochan su juventud y derrochan el tiempo porque lo consideran interminable, pero, a medida que pasan los años, el tiempo se acelera y se va llevando, poco a poco, todo lo que amamos.


Los recuerdos de la infancia van quedando en la lejanía. Los amigos del colegio se fueron por caminos distintos y no sabemos nada de ellos. Tal vez una vieja fotografía de grado nos permite reencontrarnos imaginariamente.


Los hijos que llenaban la casa, se casan y se van, dejando un vacío inmenso que ya nadie llenará.

Siempre existe la posibilidad de hacer nuevos amigos, pero la vida es tan inestable y fugaz, que, apenas nos encariñamos con las personas, el tiempo se las lleva, de modo que, siempre tenemos que estar recomponiendo nuestro espíritu y llenando los espacios que dejan los que se van.


Necesitamos asir todo lo que amamos y grabarlo a fondo para que, ni el tiempo, ni el olvido, nos lo arrebaten, porque, en definitiva, somos lo que recordamos, lo que sentimos y lo que amamos. Somos la memoria de nosotros mismos. Por esta razón, necesitamos vivir intensamente, amar intensamente, y decir con frecuencia a los seres queridos lo mucho que los amamos, porque mañana tal vez sea tarde.


De lo que más se arrepienten las personas, cuando están al final de su vida, es de no haber amado más a la gente, de no haber ayudado más y de no haber perdonado más.


Aunque el tiempo se lleva todo lo que amamos (abuelos, padres, amigos...) hay algo que no se puede llevar (los recuerdos, el amor que hemos dado y el amor que hemos recibido, las obras buenas, los proyectos que hemos realizado, los éxitos, la felicidad que hemos compartido, las ideas que hemos dado y el ejemplo de bien que hemos sido para otros)


La vida es bella pero también puede ser dura y cruel, de modo que, debemos estar preparados para disfrutar de los éxitos sin deslumbrarnos y para soportar los fracasos sin rendirnos.


Conscientes de que la vida es corta y de que el tiempo se lleva todo lo que amamos, no podemos vivir distraídos, ni perder el tiempo en tonterías, ni preocuparnos por tantas cosas inútiles que traen de cabeza a la gente, ni dejarnos llevar por el consumismo, la moda, o por el ritmo de una sociedad que vive a la deriva.


La mayoría de las personas se van de esta vida con una sensación profunda de fracaso, de sueños truncados y de proyectos inconclusos. Sin duda, se trata de personas, tal vez, muy luchadoras, pero poco creativas y poco emprendedoras. Las personas creativas y emprendedoras sienten que han dejado huellas que el tiempo no puede borrar.


Los seres humanos somos mortales en lo físico pero eternos en el espíritu. Podemos transcender el tiempo y considerar la vida como un simple trámite existencial. De esta forma nos ahorraremos la angustia de la vejez, de la soledad, de la muerte y de tantas otras preocupaciones que agobian a los seres humanos. Nos han programado con un sentido trágico de la vida. Nos han enseñado a dramatizar el tiempo que se va, en vez de enseñarnos a valorar el presente como un regalo maravilloso.


La vida adquiere un valor de "esencia", porque es fugaz y porque la experiencia de vivir es infinitamente maravillosa.


¿Hasta dónde podría llegar el hombre si la muerte no se cruzara en su camino? Pero la vida es así y el ser humano debe renunciar como Moisés a la tierra prometida que se extiende ante sus ojos. Es triste y doloroso el tener que renunciar a tantas promesas de éxito y de felicidad que ofrece el futuro. Por eso, el ser humano debe vivir con intensidad y agradecimiento el tiempo que le da la vida para realizar todos sus sueños.


Los seres humanos estamos acostumbrados a medir la duración de la vida en tiempo cronológico, pero la vida tiene también una dimensión psíquica y una dimensión espiritual. En estas dimensiones el tiempo no se mide por la duración cronológica sino por la intensidad de los fenómenos vividos. Un minuto de conciencia profunda, de relación íntima, de conexión con instancias supremas, es suficiente para dar un valor total y un sentido de plenitud y de trascendencia a la vida. Las personas que han alcanzado estas experiencias cumbres así lo atestiguan.


La vida es una experiencia maravillosa pero fugaz; por tanto, no te distraigas en cosas superfluas, no pierdas el tiempo en discusiones. No seas esclavo de nada. No gastes el tiempo en atesorar cosas que no podrás llevarte contigo. Vive cada momento como si fuera el último de tu vida.
"El dinero va y vien, el tiempo sólo se va"

Naciste al amanecer.
Fuiste flor de primavera.
Disfrutaste la brisa tibia
y el cálido beso del sol.


Te arrulló el trinar de las aves
y contemplaste embelesado
el amanecer, la puesta del sol
y la danza de las mariposas.


Pero llegó el otoño,
se secaron las flores y las hojas.
Sopló el viento
y los árboles desnudos
levantaron sus brazos al cielo
implorando misericordia.


Todos se habían ido:
El sol, las aves y las mariposas;
pero en el corazón de cada semilla
se esconde una esperanza.


Gracias a ellas volverá la primavera,
brillará el sol en el cielo
cantarán las aves en el bosque
y danzarán las mariposas.


Si guardas semillas en tu alma,
de bondad, de ilusión y de esperanza,
aún en el atardecer de tu vida
vivirás en primavera,
sentirás que el mundo es bello
y la gente buena.


Las aves cantarán en tu jardín,
el sol jugará a perseguir mariposas
y un día al atardecer
le dirás ¡adiós! a la vida.


David Angulo de Haro


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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